La pintora Maranda Romero, nombre artístico derivado del de sus hijas María y Amanda, de 17 y 14 años de edad, es una sanjuanera que incursionó en el arte hace unos siete años, luego de pasar por un proceso personal difícil. Por 10 años ejerció en otra profesión, antes de encontrar su verdadera pasión y donde da rienda suelta a su creatividad, ya sea sobre canvas, túnicas, carteras u otros objetos del hogar al que gusta dar su toque especial. “Compré canvas, pintura y empecé a pintar y los colores que quedaron tan bonitos. No fue una súper obra de arte, pero quedaron bien bonitos”, recuerda sobre sus inicios en el arte desde el balcón de su residencia. En un principio comenzó a exhibir sus pinturas a través de su página personal de Facebook, donde para su sorpresa sus allegados comenzaron a comprar sus cuadros y a hacer pedidos. Luego siguió explorando su arte, con otros elementos que sus vecinos y conocidos descartaban, como por ejemplo una mesa. También logró venderla, demostrando así que había un mercado cautivo para sus creaciones, que se caracterizan por ser alegres y coloridas. Por insistencia de una amiga, llegó hasta actividades de venta de arte en lugares como Ciudadela, en Santurce; y los centros comerciales Plaza Las Américas y San Patricio. Ahí llevaba su arte en un formato más reducido, pese a que su pasión son los cuadros de gran tamaño. Más adelante, comenzó a pintar túnicas, piezas únicas que también cuentan con gran acogida de su clientela. En el mes de 2022, logró su mayor sueño, la artista abrió su segundo taller de arte, en la Calle San José, en el Viejo San Juan, un espacio acogedor, lleno de corazones, Fridas y mucho color y textura.